viernes, 9 de septiembre de 2011

Fieshta.

-¿Qué tal estoy?
- ¡Estás estupenda hijita! Ven a darme un abrazo. – Mi madre, al igual que todas las madres me hubiera visto guapa hasta con la cara pintada de payaso, pero esta vez tenía razón, y lo supe por las caras de Mike y mi padre. La del primero fue en plan “Guau, mi hermanita está estupenda, se parece a mí” y la del segundo fue algo así como “¿Va a salir así a la calle? Seguro que algún chico la mira…”
Salimos con el coche a recoger a Ashley y a Kat y allí empezó la primera aventura de la noche: encontrar el sitio.
Sitio encontrado. Más bien por el griterío y la abundancia de la gente, que por las indicaciones que nos dio mi padre. Seguro que lo hizo para que no llegáramos. Pero bueno, allí estábamos, entramos y nada más hacerlo ya había fotógrafos y reporteros alrededor nuestro preguntándose quiénes éramos. Nos servimos unas bebidas y empezamos a bailar. Del fondo aparecieron tres cabezas con abundante cabellera corrieron hacia nosotras.
- ¿Qué tal todo? – Pregunté.
- Genial, George está atrás bailando, le hemos dejado allí, que para una vez que se anima… - Dijo Ringo con su normal naturalidad.
Entonces John me cogió del brazo y nos dijeron que les acompañásemos. Cruzamos la sala campo a través hasta un cuarto que había al final, donde estaban colocados los bafles de la orquesta que estaba tocando, George nos vio y se unió. Paul retiró una cortinilla y ¡voilá! Ante nosotros se apareció una habitación llena de humo con unas cuantas sillas, sillones y unos cojines.
-  Poneos cómodos- Sugirió John. Me quedé embobada mirando a mi alrededor  preguntándome qué diablo era aquello mientras todos cogían sitio. Para mi sorpresa sólo quedaba un sitio libre y era en un sofá de tres plazas, dos de las cuales estaban ocupadas por John y Paul, y mi sitio parecía ser el del medio. Pusieron música, unos vinilos de Rock and roll tipo Budy Holly y Elvis y música moderna, de los últimos grupos de moda. Estábamos todos hablando, absortos en nuestros temas, cuando John sacó de debajo del sofá unas cuantas bolsas con unos cigarros muy extraños, eran amorfos y con una pinta rara. Porros. En una situación normal hubiera dicho que no, o me hubiera marchado, pero me sentía tan bien, así que le acepté el canuto que me brindaba John y pasé 2 de las mejores horas de mi vida, riéndome, saltando, bailando, cantando… De repente entró Brian Epstein en el cuartito.
- John, sal, unos periodistas quieren hablar contigo.
- Allá voy- Y dirigiéndose a nosotros, - No os divirtáis mucho sin mí, ¿vale?
Había un ventanuco en la habitación y a George le dio por asomarse.
- Maldita sea, llueve otra vez…
- Me encanta la lluvia y jugar y saltar bajo la lluvia- Se notaba que la Maria había hecho estragos en mí, porque era verdad que me encantaba, pero nunca lo hubiera dicho de esa forma. Entonces, Paul me agarró fuerte de la muñeca y me dijo:
- A mí también, ¡salgamos a bailar bajo la lluvia!
Y salimos corriendo por la puerta de atrás que daba a un patio, todos nos siguieron, pero se quedaron bajo el tejado. Paul y yo empezamos a saltar y a bailar, no éramos plenamente conscientes de lo que hacíamos. Pero éramos cómplices como una sola persona… Y ocurrió, le cogí por los hombros y él se agarró a mi cintura y nos empezamos a besar. No sabría describir con palabras el momento, casi mágico. Nunca había vivido algo así. Empecé a bajar los brazos por su pecho y me agarré de su cinturón, me miró y yo le mantuve la mirada. Noté como la sangre empezaba a hervir por mi cuerpo. Paul me cogió por los muslos y me apoyó en la pared todo iba tan rápido…
- ¿Lo has hecho alguna vez?
- Claro, he vivido en Hamburgo, ¿recuerdas?- me lo imaginaba.- ¿Y tú?
- También.
- ¿En… en serio?
- En California era muy popular, ¿recuerdas?-  Entonces, en el momento más ferviente, toda la magia se cortó de golpe cuando miré hacia el ventanuco de la habitación y vi la cara de John, furioso. Paul también lo vio y dejó de besarme… nos soltamos nos colocamos la ropa, nos peinamos como pudimos y nos fuimos, cada uno por su lado. Yo agarré a Ashley y a Mike y oí como Paul me gritaba algo desde la otra punta. Katrina nos vio y nos siguió corriendo.
- ¡¿Sabéis qué!? George me ha invitado a salir mañana, quiere que le acompañe al estudio que tiene que recoger unas guitarras y… que podemos ir todos a escucharles ensayar, y…
- Mike, arranca el coche, por favor…- Estaba tan nerviosa, tenía miedo por Paul, John tenía cara de que iba a matarle, tenía miedo por mí, porque no sabía que iba a pasar, tenía tanta presión (y maria) encima que lo único que se me ocurrió hacer fue ponerme a llorar. Fue una situación tan extraña… Me quedé dormida en el asiento trasero del coche, y a la mañana siguiente amanecí en mi cama, en mi cuarto… Lo único que quería era darle gracias a Mike.



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